Las tecnologías nucleares se basan en métodos eficaces que permiten examinar las estructuras internas de diversos materiales como los pigmentos, el papel, el vidrio, cerámicas, y los metales. Un laboratorio cubano aporta luz al estudio y la conservación de bienes culturales y patrimoniales de una Habana en su medio milenio.

Arqueólogos, museólogos, historiadores de arte se preguntan constantemente ¿es auténtico este objeto arqueológico?, ¿es genuina esta obra de arte?, ¿cuál es la procedencia geográfica de este objeto antiguo?, ¿existe evidencia científica de la atribución de esta obra?

Para responder estas preguntas históricas se acude a los investigadores y a su arsenal de técnicas. En el Gabinete de Conservación y Restauración de la Oficina del Historiador de la Habana, situado en el Colegio San Gerónimo, existe un grupo de trabajo cuya misión es el estudio arqueométrico de bienes culturales y patrimoniales y el apoyo a la conservación y la restauración.

Se trata del Laboratorio de Arqueometría que este año cumple dos décadas dedicados a la Arqueometría, una disciplina científica que se ocupa de la medición de objetos antiguos, piezas arqueológicas y bienes culturales valiosos. Como explica su fundadora, la Dra. Ariadna Mendoza Cuevas, física nuclear y líder científico de este laboratorio, “la tarea de la Arqueometría es hacer emerger la información oculta en el bien cultural y ponerla a disposición para estudios sucesivos”.

El grupo de trabajo ha estado integrado en sus 20 años por especialistas de perfil nuclear: licenciados en física nuclear o radioquímica, químicos o bioquímicos, colaborando con un geólogo y más recientemente con microbiólogos. Y por supuesto, han contado con la colaboración de restauradores, conservadores, museólogos, arqueólogos e historiadores.

“Desde los inicios nos propusimos tener un enfoque no invasivo en el estudio de los bienes patrimoniales, lo que significa procurar no extraer muestras y cuando es estrictamente necesario re-utilizar la muestra en los siguientes análisis de modo que se prioriza proteger la integridad del objeto para conocer su composición química y estructura interna.

En este sentido hemos utilizado técnicas nucleares y conexas como la fluorescencia de rayos X, la difracción de rayos X y la radiografía y, complementariamente, otros métodos analíticos como la espectroscopia infrarroja, la espectrometría ultravioleta-visible, las cromatografías y microscopías, explica la Dra. Ariadna Mendoza Cuevas, investigadora titular.

Por: Marta Contreras Izquierdo y Eleonaivys Parsons Lafargue, Red de Comunicadores Nucleares de Cuba (RECNUC)